lunes, 14 de junio de 2010

NAPOLEON TOTAL WAR 2da. Parte


PRIMERAS ACCIONES:

Como dije antes, no tenía mucho tiempo para consideraciones. Debía golpear primero y debía hacerlo rápido.

Muy cerca de Napoleón, se encuentran unos 300 hombres al mando del general austríaco Eugen Mercy d´Argentau. Nada con lo cual Bonaparte no pueda lidiar. Así que sin perder tiempo, lo envío para que haga contacto, cosa que logra temprano en la mañana.


El valle donde tendrá lugar la batalla, es una zona  arbolada, por lo que no permitirá un buen uso de la artillería. Sí se prestará a la lucha cuerpo a cuerpo, cosa que favorece a Napoleón, que entre sus filas posee dos compañías de hombres recios entrenados para el combate a corta distancia, armados con fusiles y bayoneta.

Por su parte, Don Argentau, presenta caballería (poco útil en los bosques), una pelotón de artillería y un par de filas de infantería armada.

Así, se da lugar a la Batalla de Liguria de 1796.

No sería una buena jornada para los austríacos. En primer lugar, Eugen M d´Argentau, es una de las primeras bajas de la batalla. El general enemigo perece a consecuencia de un disparo certero de artillería, que lo alcanza matando también a algunos hombres de su guardia.

Esto hace que el enemigo se enfervorice, y se lance enceguecido al combate, intentando tomar por sorpresa a una de las baterías de Napoleón en el flanco izquierdo, como puede verse en la foto de abajo...
Decididos, y echando aullidos y gritos para incrementar su valor, la compañía austríaca se abre paso infundiendo el terror. Enloquecidos, y pocos organizados, estos valientes desperdician su coraje al no tener quien los guíe en la batalla...

...y son tomados por sorpresa, a campo abierto, y por el flanco por la carga de caballería que realiza una carnicería atroz con esos pobres diablos.

En los bosques, la historia no es diferente. La batalla cuerpo a cuerpo es feroz y encarnizada. La caballería enemiga intenta reorganizarse para atacar a los hombres de Napoleón, pero éstos, forman una doble fila y con una certera descarga de fusilería, sentencian a los sorprendidos jinetes a una muerte segura.


Sólo 21 hombres pueden retirar los autríacos del campo de batalla. Han dejado atrás a 300 bajas, entre ellas la de su general.

El joven oficial Napoleón, por su parte, ha perdido 262 hombres y sobreviven 407. Una victoria ajustada, debido a la naturaleza del terreno.

El otro general francés, Jean Sérurier, también toma la iniciativa y se acerca decididamente a la ciudad de Cunco, al norte de Niza.

Al poco de arribar, es recibido por las fuerzas comandadas por el General piamontés, Gerolamo Bombieri, quien tiene a cargo la defensa de la ciudad.

Esta vez, Sérurier ha dispuesto sus fuerzas en forma de "W", a los fines de provocar que los atacantes queden bajo el fuego de 2 compañías a la vez. En el flanco izquierdo, la batería de artillería desplegaba los cañones, y por detrás, la caballería esperaba pacientemente el momento adecuado para actuar.

El enemigo avanza a paso decidido. Pero al igual que en la batalla anterior, su infantería es tomada a campo abierto por la carga de caballería que los ataca por el flanco, sembrando muerte por doquier. Rápidamente, los piamonteces optan por la huida desorganizada, poniendo nerviosas a las demás compañías que atónitas ven como sus compatriotas son masacrados en pleno escape.

Por momentos, el combate se empareja, pero los hombres a caballo se alejan tan sólo para reorganizarse y volver al ataque. El enemigo sufre aterrorizado estos embates que terminan por doblegar su capacidad de lucha y optan por abandonar la contienda a paso veloz.

Dejaron 569 muertos en el campo del honor, contra las 298 bajas sufridas por los franceses. Una victoria aplastante para Sérurier, que toma la ciudad de Cunco de manera pacífica.
Casi inmediatamente, se reciben nuevas órdenes para las fuerzas apostadas aquí:

Ahora el blanco era Turin, en donde se sabe que habitan las mayores fuerzas de Piamonte-Cerdeña. Y por otro lado, se encuentra la respuesta de Austria, que no pretende quedarse con los brazos cruzados tras la muerte de su general Argentau.

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